Testamentos, inventarios y almonedas. Bienes de difuntos.
- Archivo de Indias Veracruz-Sevilla

- 5 abr
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Archivo de testamentos, inventarios y almonedas de algunos difuntos, entre otros, Antonio Criado, grumete, natural de Sevilla, difunto en San Juan de Ulúa, cuyo heredero de sus bienes fue Pedro Criado, su padre.
Por: Archivo de Indias Veracruz-Sevilla.
Los testamentos, inventarios y almonedas estaban regulados por las Leyes de Indias, un conjunto de normativas emitidas por la Corona española para gobernar sus territorios en América y Asia. Estas leyes abarcaban aspectos sociales, políticos, religiosos y económicos de la vida colonial. Una de las compilaciones más destacadas de estas leyes es la Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias, publicada en 1680, que consolidó y sistematizó la legislación vigente en ese entonces. Este archivo es un valioso ejemplo de estos instrumentos de gran relevancia en el contexto de las prácticas jurídicas y económicas de la época.
Testamentos.
Los testamentos eran documentos legales a través de los cuales una persona, generalmente por motivos de salud o vejez, expresaba su voluntad sobre la distribución de sus bienes tras su fallecimiento y podían ser públicos, es decir, redactado ante notario y con testigos, lo que aseguraba su legalidad, o cerrados, cuando estaba redactado por el propio testador o con la ayuda de un escribano, sellado y entregado al notario sin que se conociera su contenido hasta la muerte del testador.
El testamento, igual que hoy, era entonces la manera más formal de garantizar que la última voluntad del difunto se cumpliera de acuerdo con la ley, en una sociedad de fuerte influencia religiosa como la de Veracruz en 1573, por lo que también incluía disposiciones relativas a la salvación del alma, como la asignación de limosnas a la iglesia y el establecimiento de misas por el descanso del difunto.

Inventarios.
Era un proceso legal que consistía en la lista detallada de los bienes de una persona al momento de su fallecimiento. En Veracruz, esto se realizaba generalmente después de la muerte de una persona y antes de la distribución de sus bienes, para evitar disputas. Los inventarios servían para asegurar que la herencia se repartiera de manera justa, y que las deudas y los derechos de los acreedores fueran respetados.
El inventario debía ser realizado por los herederos, con la presencia de testigos y, en muchos casos, bajo la supervisión de un juez o de un escribano público. Este proceso incluía la valuación de propiedades, objetos personales, tierras, y cualquier otra clase de bienes materiales que el difunto hubiese dejado. Además, incluía el inventario de las deudas y obligaciones financieras, así como la supervisión de su cumplimiento de las mismas.
Almonedas:
Las almonedas eran subastas públicas de bienes no reclamados o no distribuidos directamente entre los herederos. Su propósito principal era liquidar bienes para saldar deudas del difunto o para fines religiosos y comunitarios. Estas subastas se realizaban bajo la supervisión de autoridades locales, como el alcalde o el juez eclesiástico, y contribuían a la redistribución de bienes en la comunidad.













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